Por sobre todas nuestras humanas miserias esta DIOS. El premia al bueno y castiga al malo, así pues por moralidad y hasta por especulación el hombre debe ser bueno, es decir honrado y laborioso.
El cumplimiento del deber implica la eficacia absoluta en todos nuestro actos así: El respeto a tus padres, particularmente a tu madre a la que le debes rendir tributo de adoración, único modo de compensarla en parte sus incruentos sacrificios, el respeto a la mujer en general, ese ser que como la madre nos une a la divinidad, el trabajo perenne al cual se habitúa el hombre hasta serle una segunda naturaleza, evitándole al hombre los vicios que corrompen, que degradan hasta hacerle despreciable, desgraciado; el respeto a la sociedad, pretendiendo por este medio a levantarse con dignidad por sobre la generalidad.
Estudia, estudia mucho, no te canses de saber; mientras más ilustrado es el hombre mas feliz es. El hombre ignorante es un infeliz.
Haz dinero, guarda el que consigas desde tu niñez. No lo malgastes, que los placeres de la juventud no son goces sino locuras, que gastan la salud y el dinero; y lo que es peor, la buena reputación.
No hagas mal a nadie, pero tampoco te afanes por hacerle bien; esto es tan eventual que no debe ejercerse sino por compromiso ineludible.
Estudia, estudia mucho y sigue una carrera científica, pero sino puedes aprende un arte, un oficio cualquiera para que jamás seas hombre desocupado.
Procura tener amistad con los hombres serios y de negocios y huye al mismo tiempo de la juventud y de los hombres desocupados. Estos son los que más daño hacen al hombre pues lo conducen al licor, al juego y a la mujer perdida.
Ten entendido que tus más pequeñas acciones las ven, las observan y te juzgan. Esos mismos que te aplauden y ríen una acción mala, una palabra indiscreta, son los primeros que van a comentarla en tu contra.
Jamás digas una mentira, ni dejes que delante de ti y que a sabiendas se mienta, salvo aquellos casos en que la mentira sea para salvar una persona.
La calumnia es horrible y llega hacer tanto daño al que la vierte como hace el vicio que graba sobre la frente de la infeliz víctima su huella indeleble.
Nada más favorable que la religión de Cristo para apartarnos del camino del mal; pero la religión, esa doctrina sublime, divina, predicada por el hijo de Maria, no, esa bastardeada por nuestro clero, apostólico y romano.
No creas en las amistades que no sean aprobadas por tus padres.
Generalmente nos inclinamos a imitar cuando estamos niños y aun jóvenes, a individuos que nos gustan por alguna circunstancia pasajera, estas imitaciones nos perjudican altamente, tanto mas cuando ellas no son producto de elementos morales.
Hay hombres que le dan por imitar a alguien que es valiente por que lo excita el licor; que trata de hablar mal de todo el mundo porque ve otro habla del mismo modo; tiene quien le ría y aplauda su mala lengua; quien se aprecia de maltratar la reputación de una mujer, por que otros hacen gala de tan infame proceder, quien va a las mesas de juego y malas reuniones por que Don fulano y Don Fulanito van sin apercibirse el mal que se hacen.
No imites, hijo, jamás a hombres de dudosa reputación; no imites a hombres corrompidos; No sigas ningún camino sin antes tornar la mirada hacia tus padres que somos tus amigos del alma.
Respecta lo ajeno. Se principia por coger un centavo y lentamente va aumentando la inclinación hasta robar grandes sumas o lo que es lo mismo se principia a ser un criminal cogiendo un centavo ajeno.
La ingratitud es hija de mala educación, por eso el hombre debe serlo en lo moral y religiosamente, pero lo repito y lo repetiré siempre, la religión bien entendida, esa de Jesús, grande por su humanidad, sublime por el sacrificio de su propio cuerpo.
La madre no debe abandonar un momento a su hijo, debe castigarlo como le diera el alimento, el vestido, el beso de su amor.
Libro escrito por Manuel J. Molina, en el año de 1902, en la cual trata de recoger sus experiencias y vivencias de vida, para dejarsela como legado a su hijo Jorge, ante el temor de no acompañarlo durante su niñez. El libro fué transcrito, tal y como fué escrito respetando la ortografía usada por el autor
martes, 5 de febrero de 2008
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- Jorge Molina Mayol
- San Fernando de Apure, Apure, Venezuela
- Una persona honesta No levantaba la voz
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